PERIÓDICO IMPULSO

EL BULLYING ¿HAY SOLUCIÓN?

Por Lic. Andrés Álvarez Frutos

El bullying, o el hostigamiento escolar, es una palabra inglesa derivada de “bully” que
significa bravucón y cuya raíz es bull (toro). El bullying prácticamente ha reducido su
aplicación al ámbito escolar y se amplifica en las escuelas públicas por su numeroso
alumnado. Entre los niños y adolescentes uno puede encontrar al “chistoso” de la clase, al
“nerd” o al estudioso, al deportista, al riquillo, al carita, al “barbero”, al más humilde, al que
llora con facilidad y al bravucón, entre otros tipos posibles.
El bravucón busca imponerse basado en su fuerza física y en su supuesta capacidad de
golpeteo físico y psicológico. No hace falta golpear a un niño para atemorizarlo o
intimidarlo, basta con hacerlo blanco de burlas, ridiculizarlo o humillarlo. Quien recibe
estos maltratos es un ser humano que está creciendo, está en desarrollo y está
empezando a descubrirse. Una opresión o bullying puede cortar el desarrollo de sus
talentoso capacidades. O hasta puede causar heridas indelebles o, en el peor de los
casos, traumas que lo perturben hasta su edad adulta.
De esta forma el objetivo de la escuela que es el de crear seres humanos completos y
realizados, se deforma y produce seres humanos dañados o lastimados en su
autodignidad. Como es fácil de suponer, estas cicatrices psicológicas pueden retardar su
rendimiento como personas o hasta frustrarlo. Y en casos como éstos pierde no solo la
víctima del bullying sino también su familia, amigos y colegas en el trabajo.
Por supuesto que hay mecanismos y políticas en las escuelas, públicas y privadas, que
tratan de impedir que se dé el bullying y poder detectarlo a tiempo para detenerlo.
Lamentablemente no siempre son exitosas estas medidas y el bullying sigue produciendo
víctimas. Una solución sería fomentar la comunicación y confianza entre el niño o
adolescente y los padres y maestros. El niño debe sentir que hablar con sus padres y
maestros no le va a producir ningún problema; debe sentirse apreciado y tomado en
cuenta. Con ello los padres de familia y maestros pueden tomar medidas para evitar que
el daño crezca.
Por otro lado, sería estupendo que los padres de familia y los maestros tomaran en
cuenta la importancia del estudio y el cultivo de la lectura para desarrollar la inteligencia e
ingenio de los estudiantes. Para el bully u hostigador no hay nada más terrible que ser
puesto en ridículo, ser expuesto a la burla del grupo. Habitualmente los hostigadores
confían en su fuerza física como su principal instrumento de predominio. Y cuando lanzan
una amenaza la hacen para que la víctima obedezca pronta y completamente. Ayuda a su
predominio el hecho que de vez en cuando golpee realmente a una o dos de sus víctimas.
Así crece el temor en el grupo y también su dominio sobre los demás.
Pero si el “aplicado” da muestras de inteligencia, de agilidad mental y de conocimientos
amplios, esto se puede convertir en una gran defensa, un escudo ante la fuerza bruta. El
inteligente observa y guarda información. El hostigador tiene puntos débiles, carencias o
defectos. Usualmente el hostigador es malo para el estudio y de inteligencia lenta. Una
vez que se ubica su punto débil es cuestión de tiempo para aprovechar o crear
situaciones en que el bully quede en ridículo. Y si todo se hace inteligentemente, no habrá
lugar para revanchas físicas: todos atestiguan la humillación del hostigador y ante eso no
puede hacer nada.

De esta confrontación nace el respeto por el inteligente ya que el acosador no puede
prever –no tiene la capacidad para hacerlo- qué movimiento esté preparando el
inteligente, así que decide que lo mejor es respetarlo y mantenerse a distancia. O hasta
puede considerar hacerse amigo del inteligente o hasta ofrecer protección. De esta forma
el hostigador se protege y se asegura de no ser expuesto al ridículo.
Quien recuerde sus años escolares -desde primaria a prepa- seguramente podrá recrear
esa atmósfera y lo hará con nostalgia, cariño o resquemor y tristeza. Ojalá llegara el día
en que todas las generaciones añoren sus años escolares por tantas cosas bonitas que
les sucedieron. Por lo pronto hay que considerar el cultivo de la inteligencia como un
escudo protector.