PERIÓDICO IMPULSO

RELATO PARA REFLEXIONAR

Por Lic. Andrés Álvarez Frutos
Hace unos días circulaba por la calle Morelos de Moroleón, muy cerca del punto llamado
“El Cinco”. Esta calle tiene mucho tráfico de coches, camionetas, motos y bicicletas. Las
motos suelen circular a ambos lados de los coches o camionetas y los ciclistas
encuentran natural circular en sentido contrario. En mi espejo retrovisor vi a un
motociclista que se acercaba a gran velocidad. Distinguí una caja en su parrilla y supuse
que sería repartidor por lo que, cuando lo tuve cerca, saqué le brazo para indicarle que
siguiera con su recorrido, pero como precaución reduje la velocidad, aunque iba muy lento
como acostumbro cuando transito nuestras calles.
El motociclista -con casco que parecía de beisbolista- dio un rápido giro frente al vehículo
y se dirigió a mí diciéndome en voz alta y desafiante: “¿¡qué?!”. Pensé que malinterpretó
el movimiento de mi brazo y en tono de voz normal le dije: “pasa”. Entonces él levantó su
brazo y arrancó velozmente. Mi esposa, azorada, me preguntó: ¿qué pasó? Le dije: “no
sé, quizá el motociclista enojado me confundió”. Y dimos por terminado el episodio. Sin
embargo, algunas posibilidades empezaron a dar vuelta en mi cabeza.
¿Qué hubiera pasado si esta misma persona anduviera armada? ¿Bastaría un simple
error para sacar el arma y atemorizar? ¿Qué preocupaciones puede tener una persona
así para reaccionar con esa agresividad ante un simple gesto que, según él, bastaría para
iniciar una pelea en la calle? ¿Lleva un encargo de tal importancia que quisiera apartar a
todos de su camino? ¿Y si en este caso el conductor de la camioneta trajera pistola?
¿Estamos todos con una sensibilidad tan alta cuando conducimos por nuestras calles?
¿Es un caso aislado y raro o es algo que se está generalizando?
He visto que en algunos puntos hay agentes de Tránsito dando el paso a las personas
que cruzan por el espacio señalado porque ningún conductor se detiene. Y puede ser que
los coches se detengan, pero las motos y bicicletas no lo hacen.
En estos cruces vigilados es seguro pasar ¿pero en los demás? Nos hace falta educación
vial y para ello no es necesario pensar en la contratación de miles de agentes de Tránsito:
uno para cada esquina. Creo que todos -y todas. En algún momento caminamos por
nuestras calles y sería fantástico que los vehículos dieran preferencia a los caminantes.
Mucha gente de la tercera edad se ve obligada a caminar porque no sabe manejar, no le
interesa o no tienen vehículo. Nuestra zona sería señalada en todo el territorio nacional
como territorio favorable a los transeúntes. Y este galardón sería motivo de orgullo para
nuestro municipio y quizá hasta impulsaría un cambio en todo el país. Seríamos un
ejemplo de lo que significa salvaguardar el valor más alto que tenemos como seres
humanos: el respeto a la vida, a la integridad física.
Quizá se podría empezar por promulgar límites de velocidad para todos los vehículos. El
uso del caso parecía un sueño, algo inalcanzable, dada la inclinación a evadir las normas,
pero ahora vemos como algo reprobable que hay motociclistas que circulan sin caso.
Debe haber expertos en Movilidad que nos podrían dar asesoría sobre cómo hacer de
nuestras calles un espacio seguro para quienes caminamos. Y este paso adelanto lo
podemos dar todos si nos concientizarnos y organizarnos para cumplir con nuestras
tareas diarias sin incurrir en problemas viales que frecuentemente producen lesiones
físicas y traumas internos.