EL ARTE DE DESAPARECER DINERO PÚBLICO.
Por: Valeria Mera
Cuando se hablaba del fideicomiso, lo asociaba con aquellos acuerdos de voluntades que mediante el cual, se transmite la propiedad de un bien a un tercero para que lo administre a favor de un beneficiario; también se venían a mi mente las leyes y normas jurídicas como son la Ley de Operaciones y Títulos de Crédito, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y Leyes en materia fiscal. Al hablar de un contrato jurídico evidentemente lo agrupaba de carácter mercantil y financiero ya que estos tienen fines lícitos y determinados en una institución fiduciaria, pero ¿realmente conocía aquel entorno y agrupaciones del fideicomiso? La respuesta es clara y evidente: no los conocía; tenía conocimientos básicos, fundamentos, pero no estaba empapada de aquel tema, de aquellas divisiones, y por supuesto desconocía qué tan ambigua podía ser la ley y los objetivos para los que se crearon.
En el libro de “Fideicomisos en México” hice mi conocimiento más amplio acerca de este tema. Podemos analizar que existen tres tipos de fideicomisos que son:
Paraestatales o con estructura jurídica, aquellos que tienen autonomía y personalidad jurídica con el propósito de auxiliar al Ejecutivo Federal en las atribuciones del Estado para impulsar las áreas prioritarias y estratégicas del desarrollo; los No paraestatales o sin estructura jurídica que se celebran con el propósito de administrar recursos públicos para apoyar programas o proyectos específicos aprobados y no cuentan con estructura administrativa; también existe otro tipo de fideicomiso, de los que se habla y se conoce muy poco, los mixtos: aquellos que no están contemplados en la norma como fideicomiso público, que son privados con recursos públicos, son de compleja naturaleza, y en algunos casos (de este fideicomiso) existen constituidos por particulares cuyo patrimonio se conforma con aportaciones de recursos públicos federales o locales mediante subsidios o donativos. Todos con el objetivo de prestar servicios públicos, otorgar garantías, rescatar bancos, gestionar negocios, apoyo a la cultura, turismo, ciencia y tecnología, entre otros proyectos.
Son regulados por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Ley de Instituciones de Crédito, Ley Federal de Entidades Paraestatales, Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública, Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.
¿Quién se los queda? ¿Realmente existen beneficiarios?
Podemos observar que son bastantes leyes, con el mismo fin, establecimientos, bases, procedimientos garantizando la normatividad jurídica, la transparencia, responsables de acceso a la información y rendición de cuentas, pero, aquí es donde analizo y me pregunto ¿teniendo demasiadas regulaciones el fideicomitente y fiduciarios, realizan un cabal cumplimiento de los fideicomisos y sus elementos? En el libro tenemos varios ejemplos respondiendo dicha pregunta, donde los proyectos se llevan a cabo, tienen un fin, visiones claras pero el cumplimento es nulo, ya que el primer año se lleva a cabo, dan acceso a la información, rinden cuentas pero después, por el paso del tiempo, su objetivo va cambiando, el apoyo a los beneficiarios va disminuyendo, los egresos incrementan y lo más lamentable ¿Dónde quedan esos ingresos y esos gastos? ¿Para qué son utilizados?, ¿Quién se los queda? ¿Realmente existen beneficiarios?
Es lamentable pero estas preguntas no pueden ser respondidas, ya que existen algunas instituciones fiduciarias que niegan el acceso a la información con justificaciones poco lógicas, como la del Fideicomiso para la Transmisión a la Televisión Digital, justificándose que la información pertenecía al fideicomitente, a la Secretaría de Comisiones y Transporte o el fideicomiso de Río Sonora con falta de lineamientos sobre la responsabilidad de reparación y remediación, la ausencia de controles internos y externos, extinguiéndose de manera irregular, poco transparente y sin justificaciones.
A pesar de la avanzada normatividad en materia de transparencia y existencia de obligaciones para las operaciones, las instituciones financieras, sobre todo de carácter público, aún muestran resistencia para la información sobre el fideicomiso a particulares. La información en cumplimientos de las obligaciones de transparencia, todavía es insuficiente y no está desagregada; los sujetos obligados no han desarrollado por completo la cultura de generación, conservación y administración de la información de sus registros que tienden a ser opacos aumentando posibilidades de discrecionalidad, desvío de recursos públicos y hechos de corrupción.
¿Cómo se puede evitar?
Replantear un mecanismo y buscar nuevas alternativas para la gestión de ingresos, llevar a cabo el cumplimiento de rendición de cuentas con los más altos estándares de transparencia, reportes cuantitativos y cualitativos, vigilando los presupuestos anuales evitando sobre ejercicios; también que los Comités Técnicos actúen de manera ética, tomando decisiones congruentes. Excelente libro, para darnos cuenta de la realidad de los fideicomisos.
*Del libro: Fideicomisos en México. El arte de desaparecer dinero público. Investigadora principal: Sarahí Salvatierra, Colaboradores: Paulina Castaño, Oscar Arredondo, Justine Dupuy y Javier Garduño 2018 Fundar, Centro de Análisis e Investigación, A.C fundar@fundar.org.mx http://fundar.org.mx/