Por Lic. Andrés Álvarez Frutos
Poco a poco ha creciendo el número de motos. Hay ahora muchas marcas disponibles y el rango de precios es muy amplio, al igual que las facilidades de crédito. Son vehículos muy versátiles y que resuelven muchas necesidades. Son muy serviciales para entregar o recoger con rapidez alimentos, productos o insumos. No es raro ver en nuestras calles que los motociclistas llevan grandes rollos de tela con gran seguridad y facilidad. La frecuencia del uso de la moto, hace que el conductor gane cada vez más confianza en su habilidad y en la rapidez de sus reflejos.
Tampoco es raro ver decenas de motos agrupadas en los cruces con semáforo. Y allí ganar un centímetro es cuestión de honor personal pues un motociclista adelanta a otro provechando el menor resquicio. Evidentemente ese centímetro ganado hará que su asunto se resuelva con más eficacia. Así es posible llegar al minuto exacto antes de que cierren las puertas de la escuela. De la misma manera, llegar con exactitud al trabajo merece aplausos y se evita la reprimenda. Llegar al gimnasio, al mercado, al doctor, a la misa o a la visita programada, es posible gracias a que la moto devora asombrosamente las distancias. Por lo tanto, es posible calcular el tiempo de llegada con precisión de segundos.
Por eso vemos que nuestras calles se convierten en pistas en las que todas las motos circulan con urgencia. No importa que lleven carga o personas, la velocidad no se aminora pues hay una clara urgencia de llegar a tiempo. Si el camio se hace más corto tomando una calle en sentido contrario, es posible hacerlo pues gracias a la destreza personal se puede esquivar exitosamente cualquier obstáculo. Si viene un coche o una persona en la dirección correcta, no tienen por qué asustarse puesto que la práctica diaria hace que los conductores de motos estén preparados para cualquier emergencia.
Esto lo que ha logrado es que nuestras calles sean territorio riesgoso y que nuestros sentidos de alerta estén siempre a su máximo nivel. Al cruzar una calle hay que voltear en todas direcciones y si, por falta de atención se pisa el territorio de una moto que se acerca velozmente, no hay que enojarse por el manotazo airado que lanza el motociclista al incauto peatón. Y si alguien que maneja un coche o camioneta hace alguna maniobra que moleste al motociclista, no debe sentirse ofendido por las señales de enojo del motociclista. La conclusión es que las motos tienen, y se han ganado, una clara superioridad en nuestras calles. Hay que reconocerlo y reaccionar inteligentemente ante este hecho.
En realidad, la finalidad de estos comentarios es pedir a los motociclistas que obedezcan el reglamento de Vialidad. Hay situaciones por demás evidentes que podrían evitarse y se mejoraría nuestra convivencia. Colocar una moto atrás y adelante de un coche estacionado, le impide a p éste moverse. Al manejar un coche si se colocan dos o tres motos al lado derecho e izquierdo, ¿Cuál de ellas tiene preferencia? Si una persona está a punto de cruzar una calle, ¿es posible que el motociclista se detenga y la deje pasar? Son acciones muy sencillas y fáciles de realizar, ojalá se produzca la voluntad e mejorar la convivencia vial y sí reducir el estrés de quienes caminamos nuestras calles.