PERIÓDICO IMPULSO

QUERÉTARO DOLOROSO

Escrito por: Lic. Andrés Álvarez Frutos 

La reciente y notoria trifulca en el estadio Corregidora, de Querétaro alcanzó notoriedad nacional e internacional en cuestión de horas. Los diagnósticos son numerosos y cada quien los expone partiendo de su particular punto de vista o desde su experiencia profesional. En lo que todos están de acuerdo es que acciones como éstas son totalmente condenables. La violencia y la agresión son parte del ser humano, pero se supone que deben estar bajo el control de las leyes y éstas, evidentemente, son también producto de la razón. Es la razón lo que nos coloca un poco más arriba de lo que podemos llamar la espontaneidad o el instinto animal. Un animal jamás puede dejar de ser lo que es, en cambio un ser humano puede elegir entre múltiples opciones.

Suponer que el nacimiento es condena, es una propuesta desmentida por millones de seres humanos que emigran diariamente en busca de mejores horizontes y otra prueba adicional es el valor de la educación: quien se educa rompe barreras y limitaciones que erróneamente se consideran indestructibles y fatales. Así que si aceptamos que por tener razón tenemos libertad, entonces podemos estar de acuerdo en que la violencia y la agresión animal que vimos en Querétaro son absolutamente condenables. Partiendo de esta unanimidad, se puede pasar al siguiente paso y es aventurar un diagnóstico que nos permita ver las causas que provocaron esta muestra de brutalidad.

Desde mi opinión personal creo que afirmar que éste y otros eventos lamentables que ocurren en nuestro país son causados con la finalidad de dañar al partido MORENA o al presidente de la República, es una suposición difícil de sostener y probar. Otros afirman que esa brinca fue producto de la injerencia del crimen organizado que busca “arreglar cuentas” entre facciones rivales y es algo que la autoridad puede considerar entre las múltiples causas posibles, pero habrá que esperar el final de las investigaciones.

Se supone también que el comportamiento de “masa” altera los valores individuales y hace que las personas se comporten tal como lo está haciendo la mayoría y se borran así los límites impuestos cuando uno obra por las propias convicciones. Otro aspecto señalado es el fanatismo deportivo que lleva a algunos a extremos que normalmente se consideran exagerados como viajar a cualquier parte en donde juegue el equipo de sus amores sin importar gastos ni dificultades. Por ello los rivales deportivos fácilmente se transforman en rivales personales, nuevamente, el fanatismo impide razonar y solo se siguen consignas o conductas previsibles dada la afirmación de fe.

En todos estos diagnósticos creo que es posible identificar un rasgo común: la ausencia de la razón. No hay racionalidad, el instinto gobierna la conducta tal como ocurren en el mundo animal. Por eso un calificativo muy repetido en este caso fue animalidad y brutalidad. Es la educación -en su sentido más amplio- lo que rescata y coloca al hombre en el lugar que le corresponde en el esquema universal. Tener razón no significa predominio y subyugación de todo lo que no sea humano. La inteligencia es comprensión y entendimiento y cuando esto se da, viene entonces la responsabilidad. La naturaleza está allí para servirse de ella, pero no para exterminarla ni robarle su significado. Disfrutar la naturaleza es utilizarla inteligente y humanamente, es decir, de acuerdo con los valores humanos. Y estos valores son necesariamente éticos.

Y de eso se trata en la educación: insertar a cada ser humano en este entorno total. No abolir los instintos ni la espontaneidad, pero sujetaros de tal forma que no jueguen en contra nuestra. Y si la violencia y agresión se aceptan sin límites, se corre el peligro real del auto exterminio. Por ello la educación comienza en casa, en donde el niño crece rodeado de amor, atención y cuidados. Y si esto no se da, es de esperar que la comunidad ofrezca alternativas. Después de todo para eso son los impuestos: asegurar la educación humana. La escuela es prolongación y ampliación de lo recibido en casa y en la educación media superior y superior ya se debería dar la autonomía individual: cada estudiante dueño de sí mismo.

Quizá cuando se haga la ficha completa de cada detenido y participante en esta riña, será posible tener un diagnóstico más cercano a la verdad y, de ser así, elaborar medidas preventivas o remediales que causen que este tipo de acciones no sean tan frecuentes en nuestro querido México. Hace falta el retorno a la filosofía, la ética, el civismo, la escritura y lectura, etc. Espero que la autoridad dé a conocer no solo el resultado de las investigaciones sino lo que se pretende hacer con ese material.