Por L.N. Carolina Álvarez
¿Te has planteado qué ese antojo de frituras por la tarde podría no ser hambre? Parece mentira pero muchas veces la sensación de “hambre” o antojo de alimentos en específico bien podría ser ansiedad o hambre emocional, ya que en muchas situaciones el estrés, aburrimiento o determinadas emociones nos pueden llevar a consumir alimentos para calmar la sensación aunque no sea justamente hambre.
Mucha gente suele pensar que tiene hambre todo el tiempo, cuando a veces son nuestros sentimientos que nos inducen a comer a fin de “llenar un vacío”, el problema viene en que terminamos ingiriendo alimentos de más y a veces con un poco de sensación de malestar o culpabilidad. En base a esto es importante aprender a diferenciar el hambre real (Cuando nuestro cuerpo nos pide comer) y cuando es una situación de ansiedad (Normalmente son antojos muy específicos).
Cuando es hambre emocional o por ansiedad suele ser una necesidad repentina por comer de manera inmediata, normalmente nuestra “hambre” va dirigida a cierto tipo de alimentos en específicos (antojos, ejemplo papitas o chocolate) aún y cuando ya no estamos con hambre seguimos comiendo y normalmente hay culpa al terminar de comer.
Si te sientes identificado es porque podrías estar pasando una situación de ansiedad y lo estás compensando con comida, lo cual no es lo ideal.
En cambio la sensación de hambre se da en un rango de 2 a 5 horas de nuestra última comida (El hambre se siente en el estómago y a veces hasta lo escuchamos), cualquier comida es útil (Verdura, fruta, guisados, etc) y NO es un antojo en particular; al dejar de comer uno se siente satisfecho y no se presenta culpabilidad ya que la comida es una necesidad del cuerpo.
Aprender a diferenciar el hambre real del hambre emocional (ansiedad), nos hace conocernos más a nosotros mismos, además al identificar que es una situación específica la que nos puede llevar a comer, nos ayudará a mejorar nuestra relación con la comida.
Saludos, les quiere Caro.