PERIÓDICO IMPULSO

NECESIDAD DEL PERDÓN EN LA FAMILIA

Por P. Efraín Gutiérrez O.S.A.

En la reciente Semana Cultural del COF (Centro de Orientación Familiar) Moroleón, hubo varias interesantes conferencias dirigidas a fomentar los valores en las familias. Este objetivo permite que la vida de todo el conjunto familiar viva los valores cristianos y con ello toda la sociedad recibe beneficios. Por esto es tan importante exponer e internalizar los temas expuestos.

En este texto se presenta un resumen del tema anunciado arriba y que el Padre Efraín expuso con su reconocida habilidad oratoria que forja nexos inmediatos con su audiencia.

Los problemas de alcoholismo usualmente producen lastimaduras por la violencia o agresión (verbal o física) que los acompañan. Estas heridas permanecen por más tiempo en los menores. Otro problema que se puede dar en el seno familiar es de las agresiones o presiones de origen sexual. Las cicatrices de tales situaciones también permanecen en los menores. La impotencia es una reacción que da lugar al resentimiento, al rencor y al deseo de venganza por el mal recibido. Y por eso exclamaciones como esta: “¿Qué hice yo para merecer esto? Dónde estabas, Señor, cuando todo esto pasaba?”, son naturales hasta cierto punto. Los lugares y ciertas personas avivan estos recuerdos dolorosos.

“Al llegar a adultos quisiéramos cobrar todo lo que nos debe al que o mancilló”.

Todos llevamos en nuestro interior algo que nos lastima, que nos duele. Y añade el Padre Efraín: “Cristo nos rescató   a muy alto precio, no al precio de oro o plata, sino al precio de todo su amor, derramando toda su sangre. Por eso nos pide que vivamos y nos amemos como verdaderos hermanos”. Y continúa: “por eso, si somos víctimas o victimarios, Él sigue en medio de nosotros ofreciéndonos el querer y el poder y reestructurar nuestra armonía y paz con el PERDÓN. Por eso siempre que se encontró, resucitado, con sus discípulos les decía. “la paz esté con ustedes”.

Obstáculos para el perdón

Se piensa que al perdonar “renunciamos a algo nuestro, a nuestra dignidad. Dar el perdón lo entendemos, la mayoría de las veces, como debilidad o incluso como cobardía”. Y los dichos populares también son otro obstáculo: “El que ríe al último, ríe mejor. Arrieros somos y en el camino andamos. Perdono, pero no olvido. La venganza es dulce….

¿Qué dice la Biblia?

-Si mi hermano me ofende y me pide lo perdone ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete? No solo hasta siete, sino hasta setenta veces siete.

-Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

-Si ustedes no perdonan de corazón a sus hermanos, tampoco el Padre Celestial les perdonará a ustedes sus culpas.

Por tanto, para un cristiano el perdón no es opcional, es una exigencia radical; tanto cuando se trata de pedirlo como de otorgarlo.

Circunstancias.

“En mis 53 años de ministerio sacerdotal al aconsejar y orar con gente que odia, que está resentida y dolida. Al llevarlas cerca de Cristo, en la cruz y cerca de la cruz, me ha sorprendido su fuerza para sanar heridas y corazones quebrantados por el dolor y la pena”.

“El verdadero perdón no siempre es fácil, no es mágico, no se consigue con solo quererlo. A veces parece que damos tres pasos para adelante, pero al otro día damos cuatro para atrás. ¡No desesperemos! Las heridas profundas exigen curación profunda y el tiempo de sanación es proporcional a la gravedad de las lastimaduras, pero tenemos la Gracia sin la cual no podríamos lograr, éste ni la realización de ningún buen propósito. Y como dice 1 Corintios 13.7: “El que ama, todo lo perdona”.