PERIÓDICO IMPULSO

LO QUE NO QUEREMOS VER

Por Carlo Emmanuel Tovar Amezola

 

*“La democracia es un abuso de la estadística”.

  1. L. Borges.

Se suele definir a la modernidad, según Max Webber, como la época del desencantamiento del mundo, el pasaje del mundo medieval al moderno; también significó la retirada de la religión de los asuntos públicos y su remplazo por la ciencia y la razón: el hombre en remplazo de dios. Sin embargo, la promesa de un mundo mejor se fue desintegrando.

Así, nuestro tiempo no solo perdió a dios, sino, también al hombre. Hoy me atrevo a decir… si dios no ordena el sentido y tampoco el hombre, ¿Quién lo hace?

Recuerdo al escritor Ernesto Sábato decir que la ciencia y la tecnología acompañan al hombre en esta aventura prometeica con un gran riesgo: el hombre terminó por cosificarse, reducirse en un dato. Hoy en día nos encontramos ante la dictadura de los datos, todo se reduce a datos, a estadísticas y el ser humano ha comenzado a confiar ciegamente en lo que se nos presenta de esta manera.

La técnica llevada a un nivel obsesivo nos lleva a no ver otra realidad, y hay algo que es cierto: por cada zona de iluminación aparecen otras en oscuridad que es necesario ver. Esto se deja ver claramente en cómo se articulan los títulos en los canales de noticia (“Las más grandes elecciones en la historia del país”) en cómo se considera que es lo importante y nos lo venden a través de su forma técnica de hacerlo, no vemos más allá.

Se nos presentan las elecciones como la fiesta de la democracia, como un derecho, nunca como un pequeño acontecimiento en el que una bola de oportunistas juegan sus cartas y hacen sus negocios. Nunca como un evento que sirve y funciona muy bien para mantener el estatus quo que genera la miseria y la ignorancia de la gente.

Pudiendo y atreviéndome a opinar sobre el tema, el Instituto oficial (INE) que promueve y legitima tal práctica (la defiende) me ha llegado a causar asco, pues esta dinámica electoral, tan solo analizando sus cifras de inversión, es algo que ya es obsceno, considerando la marginalidad que hay en muchos municipios y pueblos de mi país.

Estas cantidades abominables de efectivo que los partidos políticos reciben y el instituto es ya una ofensa, no pido que se cancelen elecciones en México, (sería mucho pedir) pero si pido un grado mayor de conciencia, un grado mayor de lucidez.

Mi experiencia como candidato fue placentera y dura, analicé y viví muchas prácticas que no son solo ajenas sino hostiles al estado de derecho, a la modernidad vista como oportunidad para todas y todos, a las necesidades auténticas de mi pueblo. Fue una experiencia reveladora, sobre todo siendo un joven licenciado en Ciencias Políticas con conocimientos teóricos que solo son útiles, a mi modo de ver la vida, cuando se ponen al servicio de la comunidad auténtica. Igualmente fue una experiencia dolorosa; sin embargo, el dolor es muy didáctico, uno siempre aprende del dolor.

En este pequeño texto recapitulo los grandes retos que enfrenté siendo candidato para la presidencia municipal de Abasolo Guanajuato.

Pensamos como se piensa
Sentimos como se siente
Deseamos como se desea

 

¿Dónde está el mérito?

Comencemos entonces con el primer obstáculo que me topé en este camino: el hecho de no haber vendido regidurías me costó una serie de insultos y amenazas. Sin embargo, pienso que los dirigentes y los presidentes de los partidos deben preocuparse por este modus operandi, aunque, por otro lado, son ellos mismos los que legitiman este tipo de actividades.

Nos quejamos porque nos damos cuenta de que la política se han convertido en una de las herramientas menos efectivas (sino es que la menos). Pero esto se debe al grado de improvisación que encontramos en los ayuntamientos; si pasamos lista detenidamente en cualquier ayuntamiento de cualquier municipio nos encontramos con empresarios que no tienen ningún interés por generar algún desarrollo autentico.

Yo recuerdo que durante mi discurso de campaña decía que este modus operandi hacía de los políticos empresarios que invertían en época de campaña para poder recuperar la inversión después de tomar posesión. Parece una ecuación obvia, uno cuando estudia política hay cosas que ya da por sentado que la gente en general sabe, la realidad es que no es así. Mucha gente aun se encontraba con un gran desconocimiento sobre lo que se hacía y sobre lo que se veía venir.

Durante la época de mi campaña hice una lista donde anotaba el valor económico de una regiduría, el monto máximo llegó a un millón de pesos; parece de locura, no obstante, quien tenía el capital sabía lo que significa estar dentro del cabildo, cuántos negocios no se pueden hacer una vez llegando… Y eso la gente de comunidades lo ignora y los que no lo ignoran desean tener el monto para llegar a ese lugar; es decir, que ya la sociedad en general sabe que no existe el mérito, sino el capital. Entonces borramos ya toda posibilidad de participar en este tipo de puestos de elección popular si no tenemos dinero.

Montesquieu suponía que cada forma de gobierno debía corresponder un principio, una virtud característica, ajustada a las necesidades de su organización política. Sabía bien que podría existir una monarquía sin honor o una aristocracia sin moderación, una democracia sin virtud; creía, no obstante, que serian formas degradadas, contrahechas, de dudoso porvenir.

En nuestro caso mexicano, el carácter propio de nuestro arreglo político lo da sobre todo la complicada trama de instituciones modernas y unas prácticas hostiles a la modernidad: a la rigidez del derecho, al poder del estado.

La operación cotidiana de nuestro arreglo político necesita conservar las formas modernas (instituciones, leyes, normas etc.) y necesita alterar, revertir de manera sustantiva su funcionamiento: necesita sustituir en cada caso la lógica impersonal de la competencia, el merito o la igualdad, por otras mas afines a las formas naturales de autoridad (la familia, la fuerza).

Hoy en día estamos en un dilema fuerte, los jóvenes ya no creen en los políticos, este tipo de practicas son mas visibles y ellos están expectantes. Estas ultimas elecciones el porcentaje de jóvenes votantes disminuyó considerablemente tan solo en mi municipio. Mi tarea sobre todo era ante ellos, les decía que si no somos nosotros, entonces nadie se involucraría para bien. Yo aún soy un joven y decidí entrar a este mundo porque quería demostrar que se pueden hacer las cosas de una manera distinta, demostrando que no se necesita estar atado a este tipo de practicas para poder prosperar en el mundo político.

“No vendimos ninguna regiduría y me siento orgulloso de tomar esta decisión”.

Y tal vez lo que deberíamos tener en cuenta es no pensar en una forma de superación individual sino en un hecho concreto que es cambiar la forma de hacer política, la política es algo hermoso que se creó para acercarnos entre nosotros, para generar un desarrollo en general.

Pienso que los jóvenes hoy en día, como diría Salvador Allende, “tienen una responsabilidad histórica”, porque son factores dinámicos de los procesos de cambio. Yo no pierdo la fe en que la política tiene que ser distinta sobre todo al nivel local, que es donde se ven todos los problemas. Sé que aún falta un largo camino que recorrer, sin embargo, nos encontramos caminando.

Recuerdo que cuando llegaron los resultados y nos posicionamos como una fuerza política autentica, un periodista se me acerco y me dijo: “Sabes… quien más ha ganado en estas elecciones no fue la que ganó o quien quedó en segundo lugar, fuiste tú. Porque estas demostrando una forma distinta de hacer política”.